Días de luz larga hace pensar inmediatamente en la cartografía sentimental acuñada por Suely Rolnik, quien asevera que «los paisajes psicosociales son también cartografiables». En un plano personal, esta obra es eso, un mapa de mapas, un trazado singular donde confluyen la observación minuciosa y la afección propia. Aquí se va desde un parque noruego a una calle mexicana, o desde un muelle a un río. En este libro el mapamundi se comprime hasta exprimirse. Por eso aquí la geografía tiene muchas dimensiones, cada una es una pista de un mundo gigante escondido en sí mismo.