El animal sobre la piedra o La fábula del huevo son la misma novela. Tuve esos títulos y decidí que el primero era más enigmático y quizás lírico, porque el segundo podría relacionarse con algún episodio en la cocina, a la hora del desayuno.
El libro puede leerse de una sentada, según me han dicho. Así que el lector se levanta más o menos temprano, desayuna y luego lo lee, quedará libre para mediodía y podrá aprovechar el resto del sábado o el domingo. Es posible que le dé hambre mientras tanto e,incluso, que quiera comer carne roja porque la protagonista va al supermercado y compra carne. También es posible que tenga deseos de comer insectos. Nada de eso importa, de cualquier manera. Si el lector quiere escapar que lo haga, está en su derecho. La primera línea le avisará lo que podrá encontrar más adelante: “Mi casa fue territorio de un evento extraordinario”. Daniela Tarazona