Lo primero, tal vez, una pregunta: ¿será posible que mi primera novela sea el plagio de un cuento cuya existencia yo desconocía? La pregunta se agota nada más formularla, pero sigue quedando la desazón, una mezcla de instinto defensivo, supongo, y de estupor neoautorial. Sin embargo, me consuela y me intriga este impulso narrativo. Tengo la certeza de que quiere decir algo. No sé todavía qué. Solo me atrevo a afirmar que necesitaría un número indeterminado de páginas para hacerlo. Ya las veo apuntar un posible comienzo: su origen en otras páginas, mi primera novela, cuando esta todavía no sospechaba que en su envés, como una marca de agua, llevaría impreso este otro relato. Uno de plagios, desazón y fe vacilante en la escritura. —Javier Jiménez Belmonte
Un día cualquiera, un autor entra a una librería y, entre miles de otros libros —en un sentido, en medio de la historia de la literatura—, toma sin mayor razón el de un escritor brasileño y, acto seguido, aparece el miedo. —Gonzalo Maier
Si los escritores tuvieran una segunda oportunidad para contar una historia que ya escribieron, ¿cómo lo harían? Si fueran en busca de originalidad, ¿a dónde tendrían que ir? ¿Existen tales posibilidades? ¿Puede un libro esconder a otro sin saberlo? Jiménez Belmonte comienza a escribir la historia de un plagio involuntario para darse cuenta de que está diciendo en este libro, quizá, lo que en realidad quería decir en aquel.
La colección Editor explora los procesos, largos e inesperados, que existen antes de que un libro sea abierto por un lector. Memorias y ensayos sobre las grandes ideas que suceden en el backstage literario: creación, traducción, crítica y edición.