Un médico portugués llega a un pequeño pueblo africano
buscando a la mujer que lo abandonó por razones
misteriosas. Antes de instalarse en su enfermería,
verdadera residencia de malos espíritus, comprende que
la respuesta la tiene una pareja de ancianos taimados y
recelosos, que necesitan de su ayuda: ella hechicera,
él un viejo lobo de mar ahora agonizante. Ambos viven
no lejos del cementerio, al final de una calle que pocos
se atreven a transitar. Entre bromas y engaños siniestros,
el lector asistirá a un interrogatorio inusual entre médico
y paciente, en el cual se insinúan secretos poderosos,
historias de amor y pasión, enemistades que duran más
allá de la vida. Averiguar la verdad, para el joven médico,
equivale a descifrar un síntoma, y a encarar los desafíos
llenos de humor, picardía y astucia que constituyen las
divertidas conversaciones con su rival. En Venenos de Dios,
remedios del Diablo, el narrador Mia Couto construye
una novela excepcional, donde el lector advierte desde
el principio que todos mienten en esta villa nebulosa, una
pariente selvática de Comala, donde en cada frase acecha
una traición.